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Día Mundial contra la Hepatitis
04 ago, 2021

Día Mundial contra la Hepatitis

UN ENFOQUE POSITIVO. La meta 2030.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) propuso como meta que para 2030 se reduzca la presencia de la hepatitis C y deje así de ser una amenaza de salud pública. ¿Es este objetivo alcanzable? Si bien falta casi una década, existen elementos para tener un enfoque optimista en este proyecto donde están comprometidos 11 países.

La pandemia del Covid-19 está impactando de lleno en esta meta, pero ya se están diseñando estrategias para que esto no sea un impedimento. El mundo científico tiene que tratar de eliminar a la hepatitis C, un virus que mata a millones de personas al año en todo el planeta.

A lo largo de los años, se demostró que se puede derrotar a las enfermedades virales. Para esto fue, es y será siempre necesaria una asociación entre la ciencia, el apoyo de la tecnología, la inversión de la industria y la promoción de las naciones.

La necesaria unión de conocimientos

En 1989, gracias al trabajo mancomunado de científicos que trabajaban en medicina básica, virólogos y genetistas, se descubrió la existencia del virus de la hepatitis C, así como su composición y detección de las personas que lo padecían. Años después, se lo observó al virus por la microscopía electrónica, descubrimiento que hasta entonces había logrado la biología molecular. Esta unión de conocimiento es un claro ejemplo del éxito de la medicina traslacional donde los investigadores básicos se unen a los clínicos para concretar sus logros.

Si bien la hepatitis C sigue teniendo altos índices de cronicidad (85%) y letalidad, estos datos pueden cambiar en 2030 con una reducción significativa de casos.

Aunque no hay vacuna, esto no quita que se puedan hacer avances. Sí se sabe, por ejemplo, que el tipo A y B tiene estrategias más inteligentes que permiten eludir al sistema de defensa, multiplicarse rápidamente y dar muchas variantes que dificultan su eliminación.

El desarrollo de antivirales de acción directa impide que el virus se multiplique. Son tan efectivos que, en muchos casos, una persona con infección C se libera del virus en el curso de 8 a 12 semanas, siempre que se haya detectado a tiempo. Si la enfermedad se encuentra avanzada, esta misma medicación puede impedir, al eliminar el virus, su intensidad. Y en los casos de hepatitis crónica avanzada, inclusive cirrótica, se puede retroceder su estadío.

Debido a una exitosa campaña de vacunación, en el caso de la hepatitis A, esta enfermedad es una especie en extinción en la Argentina. En la hepatitis B, el virus logra que el 5% pueda evolucionar a la cronicidad. En su curso, puede favorecer a la formación de tumores en el hígado y llevar a la insuficiencia hepática, dos formas de muerte más comunes en los enfermos con estadío cirrótico. Aunque si todas las personas utilizaran la vacuna hoy disponible, esta enfermedad sería controlada.

La hepatitis C es el ejemplo más paradigmático de enfermedad asintomática. El portador solo expresa síntomas cuando la enfermedad avanza, por lo que hay que salir a buscar al infectado. La OMS propone que sean chequeados quienes hayan recibido transfusiones antes de la década de 1990, ya que son posibles reservorio de virus.

Si retrocediéramos 50 años en el tiempo y miráramos qué pasaba en ese momento en el mundo, muy poco sabíamos sobre la hepatitis C. Hoy, la perspectiva es distinta, y las evidencias marcan que es posible llegar a 2030 con un mundo donde la infección del virus C esté cerca de su erradicación.


Hugo Tanno - Director del posgrado en Gastroenterología UNR

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